Rev. Gustavo Martínez: En el caso de Job, Dios permitió al diablo que tocara sus bienes, y aun su salud, lo que no podían entender los propios amigos de Job. También la esposa de Job pensaba que no era posible que se adorara a Dios en esas condiciones. Aunque la carne de Job se caía en pedazos, interiormente estaba íntegro, era libre…
Para los que servimos a Dios los conflictos son una bendición, porque nos dejan conocernos a nosotros mismos, saber en quién confiamos, saber en quién realmente está puesta nuestra confianza; porque uno puede confiar en Dios cuando tiene buena salud, mientras haya provisión, mientras todo está tranquilo.
Recordemos que en el libro de los Hechos capítulo 27, la Biblia nos habla de un naufragio, ahí iba el Apóstol Pablo, el Señor le habló, lo consoló, lo confortó, y él se levantó y se alimentó y llamó a todos los demás y les dijo que vinieran a participar del pan, ellos decían que no tenían deseo de comer, porque estaban turbados y angustiados; y Pablo les dijo: “Os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo” (Hechos 27:22-24).
Pablo antes había estado en la cárcel y en medio de tantos azotes, sus pies atados al cepo, él adoró y exaltó a Dios, y dice la Biblia: “Los presos los oían” (Hechos 16:22-25), no era algo normal, esta gente alababa, esta gente adoraba, eso demuestra que hay paz en medio de la tormenta, porque el Señor ha dicho: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
En el caso de Job, Dios permitió al diablo que tocara sus bienes, y aun su salud, lo que no podían entender los propios amigos de Job. También la esposa de Job pensaba que no era posible que se adorara a Dios en esas condiciones. Aunque la carne de Job se caía en pedazos, interiormente estaba sano, estaba íntegro, era libre, era un hombre temeroso de Dios, no había otro en la tierra como él, eso no le cabía en la mente de esa mujer. “Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). Esa es la expresión de quien quiere que solamente adoremos a Dios cuando tengamos un triunfo, cuando tengamos un momento de alegría, o se nos aumente el sueldo en la empresa, entonces celebramos; pero cuando viene una calamidad, o un momento de prueba, o de dificultad, entonces nos rebelamos contra Dios.
Amado, Dios no tiene límites, Dios puede sanarle, le puede salvar. Ahora no se preocupe contra las amenazas, no se preocupe por lo que el enemigo a conjurado contra su vida, aquí hay un Dios Todopoderoso, Él guardará tu salida y tu entrada, Él será un cerco y un escudo a tu alrededor, Dios te dará la victoria. Amén.
Tomado: http://impactoevangelistico.net