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JEHOVÁ CUMPLIRÁ SU PROPÓSITO


“Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos.”  Salmo 138:7-8.
Nadie puede hacer la obra, llevar a cabo el propósito de Dios, seguir la voluntad del Señor y hacer proezas, si Dios realmente no está con él. Debemos procurar que la manifestación del poder de Dios no sea una vez por año o esporádicamente, sino que realmente se cumpla lo que dijo Jesús: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
A Dios le interesa más lo que somos, que lo que hacemos. No se puede impresionar a Dios por las muchas cosas que podamos hacer, ni haciendo alarde de lo que se ha hecho. La Biblia dice que: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” (Mt. 7:22). Refiriéndose a la obra que hicieron el Señor les dirá:“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt. 7:23). Quiere decir que no vivieron para Él, no caminaron como Él quería. Entonces de nada le sirvió todo lo que pudieron haber hecho, por no haberse cuidado, por no haber hecho la voluntad de Dios, por no haberse mantenido en la obediencia de Su Palabra.
También sabemos que el mundo entero está lleno de cobardes. No hay nada positivo escrito sobre los cobardes. Actualmente encontraremos a muchos que son simples religiosos, que asisten a un templo, pero que son cobardes; porque estos constantemente viven rindiéndole culto a la mundanalidad, rindiéndole culto a cuanta moda aparece, rindiéndole culto a cuantas cosas y embelecos de las tinieblas aparecen, e inclinados ante estos y adorándolos. Si buscamos, notaremos que son pocos los que viven una vida de integridad, una vida de testimonio, una vida de servicio, una vida de entrega.
Debemos saber que el reino de los cielos lo arrebatan los valientes. “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero LOS COBARDES e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Ap. 21:7-8). “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan.” (Mt. 11:12, RV 1909).
Amado lector, Dios quiere que le rindamos toda nuestra voluntad, quiere una entrega total tanto a Él como a su Obra. Y que podamos decir como dijo el salmista: “Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos” (Sal. 138:8). Amén.

Tomado: ImpactoEvangelistico.net

Rev. Gustavo Martínez: La Obra de Dios necesita personas de apoyo, que amen y sean fieles a Dios y a su líder. Es deber del colaborador guardar a su líder en lo espiritual y moral.
Moisés era un hombre con cualidades extraordinarias, conduciendo al pueblo de Israel por el desierto, camino a la tierra prometida. Israel tuvo que pelear con Amalec.
Moisés dio instrucciones a Josué, servidor suyo, para enfrentar al enemigo: “Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro, así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec…” (Éxodo 17:8-16).
La Biblia describe a los hombres escogidos por Dios como seres humanos con características normales: débiles, que se cansan, que tiene hambre, que pueden rendirse por la carga. Moisés también se cansaba, y era necesaria la presencia de dos hombres que le ayudaran. Cuando Moisés levantaba sus manos en señal de adoración a Dios e implorando su favor, Israel tomaba ventaja; pero cuando se cansaba y bajaba los brazos, prevalecía Amalec. Es así que Aarón y Hur se dieron cuenta de la realidad humana de Moisés, que aunque era un hombre de Dios, necesitaba de la fidelidad de sus ayudantes; se dieron cuenta que Dios los había llamado para esa hora y los había puesto cerca a su líder. Se percataron que su líder necesitaba ayuda.
Una de las cosas que necesita el líder es que Dios levante a personas fieles, que sean de apoyo, que los cuiden de los peligros, de la mala voluntad de muchos falsos “hermanos”. El apóstol Pablo fue víctima de esos falsos “hermanos” que, fingiendo amor y deseo de estar con él, lo traicionaron, lo difamaron y se opusieron a su ministerio.
Por eso se necesitan personas de apoyo, que amen y sean fieles a Dios y a su líder. Los inmediatos a él, sus familiares, son los primeros que deben apoyar la labor. Todos los que están cerca de un Siervo de Dios, deben colaborar con él fielmente, y no dejarse llevar por el diablo para atacar o destruir.
Es deber del colaborador guardar a su líder en lo espiritual y moral. Orar por él, estar atento a sus necesidades, no permitir que nadie le haga daño, estar a su lado para apoyarlo y animarlo a alcanzar sus metas, garantizando su respaldo incondicional; pues es su privilegio. Amén.
Tomado: ImpactoEvangelistico.net


Hna. Carmen Valencia de Martínez: La Venida del Señor es el acontecimiento más importante que este mundo ha de experimentar. Dios lo ha prometido y lo cumplirá.
En la Biblia se menciona este hecho en 1,845 versículos, en el Nuevo Testamento se menciona aproximadamente en 318 versículos, Pablo habla de este tema en 50 pasajes bíblicos podríamos decir que hay más de 260 capítulos en la Biblia que nos hablan del regreso del Señor.
Desde el principio Dios ha hablado de su venida, en Judas 14 habla de un hombre de Dios, Enoc séptimo desde Adán y ya Dios lo estaba utilizando para hablarnos de su venida. “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares” (Judas 14).
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17). El rapto es el acontecimiento más importante en la vida del cristiano, también ha sido anunciado en todas las edades en la Palabra del Señor. Ese retorno será, antes de la Segunda Venida del Señor, para levantarnos y llevarnos con Él, con el propósito de que su Iglesia no esté en la gran tribulación.
Y hablando de la Venida del Señor, leemos: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:10, 11). Tanto los profetas, apóstoles, ángeles y el mismo Señor nos habla sobre este evento maravilloso.
Al leer la Palabra nos damos cuenta de lo cerca que esta la Venida del Señor y de los momentos en que estamos viviendo y lo serio de la brevedad de nuestros días, pues el Espíritu Santo nos hace entender de la urgencia de buscar al Señor.
No sabemos el día ni la hora (Mateo 24:36), pero lo que sí sabemos es que no estamos en tinieblas, estamos en la luz y que ese día no nos va a tomar por sorpresa porque la Palabra es lámpara a nuestro camino y nos ha abierto los ojos y como somos hijos de Dios somos estudiosos de la Palabra y a través de ella nos damos cuenta de las señales científicas antes del regreso del Señor que será en breve. El Señor ya está a la puerta, a punto de hacer sonar la trompeta final, seremos transformados y estaremos en el cielo con el Cordero dándole gloria al Rey de reyes y Señor de señores.
Yo creo que todos queremos que ese momento sea ya, que hoy el Señor venga a rescatarnos de toda esta apostasía y sufrimiento que estamos viviendo hoy.
Tomado: http://impactoevangelistico.net/


Rev. Gustavo Martínez Garavito: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día…”  2 Timoteo 4:7-8.
Vivimos en un tiempo muy difícil, cada quien busca lo personal, y encontramos tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento a personas que un día se iniciaron en este camino y parecían que iban a permanecer hasta el final; pero aunque tuvieron un buen comienzo, lamentablemente tuvieron un triste final; por eso siempre se nos dice que pongamos nuestra mirada en el Señor y no en las cosas que perecen.
El Señor amonestó al apóstol Pedro cuando este quiso persuadirle, que tuviera compasión de sí mismo y que no fuera a Jerusalén sabiendo que le esperaban para matarle, pero el Señor tuvo que reprenderlo y decirle: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23).
Es decir, Pedro no entendía, su mirada no estaba en el Señor, estaba pensando en el bienestar terrenal, estaba pensando en las comodidades, y por eso se equivocó grandemente y trató de persuadir al Señor a que no siguiera adelante, que más bien tomara otra ruta, que evadiera el sufrimiento y la muerte. Pero el Señor fue explícito, dijo que había que poner la mirada en las cosas de arriba, que nuestra mirada debía estar enfocada en Dios.
Por eso muchas personas que empiezan este camino, aparentemente son fieles un tiempo, y hasta prosperan en lo que hacen, y le hacen creer a todos los demás que fueron hombres y mujeres de Dios, pero por los frutos uno se da cuenta que han desistido, que se han desviado, se han descarriado, que se salieron del camino, porque fueron tras el lucro, fueron tras las ventajas personales, su mirada estuvo aquí en lo terrenal. El Señor dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34). “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).
El apóstol Pablo tuvo que escribir esta carta y yo creo que con tristeza, no por el hecho de que estaba a punto de ser sacrificado, sino de ver a tantos que se iban y aquí en particular nombra a Demas, uno que había sido su colaborador, su ayudante, su compañero de milicia, uno que había trabajado al lado de hombres de Dios, de hombres fieles. Pablo dice: “Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo…” (2 Timoteo 4:10).
El apóstol Juan dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15). El que ama el mundo no puede permanecer para siempre, la Biblia dice: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17). El apóstol Pablo es buen ejemplo de perseverancia, de fidelidad, de constancia, es un hombre que se atrevió a decir: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1); él se propuso a seguir las pisadas del maestro.
Pablo también dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios” (Gálatas 2:20); “pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…” (Filipenses 3:7-9).
Este hombre desde el momento de su conversión entendió que lo que antes seguía era una religión. Un resplandor del cielo vino sobre él, y cayó en el piso y tuvo que reconocer que se había encontrado con el Señor, e inmediatamente le dijo a Dios: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6). En otras palabras: “Aquí estoy, me rindo y me dispongo a tu servicio, ¿en qué puedo serte útil? Aquí estoy para servirte”.
Pablo dice: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:6-7).
Por eso también dijo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?… ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35-39). Cuando se pelea contra los poderes del infierno, contra el mundo y la carne, esa es la batalla que hay que pelear, no hay que pelear a favor del mundo, ni en contra de la sana doctrina. El apóstol está diciendo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera”.
Luego dice: “He guardado la fe”, he guardado la Palabra, he honrado a Dios, he sido fiel a Dios. Y continua diciendo: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo en aquel día, y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8). Pablo no era el único, habían muchos que no claudicarían, que no importaba la persecución, que no importaba si les iban a cortar la cabeza, que no importaba lo que viniera en contra de ellos, serían capaces de llegar al final honrando a Dios y honrando Su Palabra, teniendo un final dichoso.

Tomado: http://impactoevangelistico.net/


Rev. Álvaro Garavito: “La mano de Jehová vino sobre mí… y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos… Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” Ezequiel 37:1-10.
La Palabra de Dios nos muestra un panorama terrible en cuanto a la nación de Israel y como el pueblo había llegado a una condición de sequedad, de muerte, de destrucción, de desconsuelo, era una situación terrible en todos los sentidos. Cuando el pueblo estaba cautivo en Babilonia los de aquella nación le pidieron que cantaran, pero ellos estaban tan tristes, que habían colgado en los árboles los instrumentos musicales.
La Biblia registra que Pablo junto con otros compañeros, fueron golpeados, heridos y puestos presos en la cárcel. Sin embargo, siendo ya de noche sin importarles las circunstancias que estaban atravesando, empezaron a cantar, abrieron la boca para adorar y bendecir a Dios y la cárcel empezó a temblar, los cimientos del edificio se sacudían, porque la presencia de Dios estaba en ese lugar, porque donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad. El caso de Israel era diferente, la situación llegó a hacerse tan crítica, que ellos colgaron los instrumentos, cerraron la boca y cuando les dijeron que cantaran, ellos respondieron: ¡No podemos cantar en tierra extraña! Israel fue llevado a cautiverio y se secó su espíritu, secándose su alma, secándose su corazón.
Pero vino el tiempo cuando el Espíritu de Dios tomó al profeta Ezequiel y le dio tremenda revelación. El Señor le pregunta a aquel profeta: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Y la respuesta es: “Señor Jehová, tú lo sabes”. El Señor le dijo al profeta: “Profetiza sobre estos huesos…” Y ¿qué les voy a profetizar, qué les voy a decir si son huesos secos? Porque hay gente que está muerta en delitos y pecados, y hay que profetizarles con la Palabra, el Señor dice: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd Palabra de Jehová”. ¡Qué maravilla es oír la Palabra de Jehová! Y esa Palabra se metió en las venas, se metió en la sangre, se metió en los huesos, se metió en el corazón, se metió en el alma y nos cambió, nos transformó, nos dio vida. El Señor dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
“Profeticé, pues, como me fue mandado...” (Ezequiel 37:7). Cuando hablamos de parte de Dios, la Palabra va a hacer una obra, va a lograr un efecto extraordinariamente poderoso. Dijo el profeta: “Profeticé como se me había mandado, y cuando di la Palabra los huesos se juntaron, y empezaron a resucitar esos muertos”; porque donde hay Palabra de Dios se revoluciona hasta el cementerio. La Palabra es espíritu y es vida, y donde hay un pastor o un predicador que la enseñe, habrá una revolución tremenda, todos los días habrá testimonios, todos los días la gente testificará, porque la Palabra tiene poder para cambiar al hombre. Cuando Ezequiel profetizó, vio que los huesos se juntaban unos a otros y se armaban y fueron levantándose y se formó una multitud, como un gran ejército.
La Biblia nos dice que un funcionario de Etiopía, había venido a Jerusalén y estaba leyendo al profeta Isaías. “Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:30, 31). “Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el Evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hechos 8:30-38).
Llama poderosamente la atención cuando la Escritura dice: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Cuando oímos esta Palabra verdadera, pasamos de muerte a vida, de las tinieblas a la luz admirable.
Nuestro Señor Jesucristo estaba peleando la batalla en el desierto y habían pasado cuarenta días de verdadero ayuno. No como esos ayunos que hacen muchos en su cuartito con aire acondicionado, con alfombras, con jugo de naranja o de zanahoria, esos son ayunos inventados por el diablo; hasta dicen que Daniel ayunaba con jugo de zanahoria, ¡mentira de Satanás! Los verdaderos ayunos que encontramos en la Biblia, eran días y noches sin tomar agua, sin comer nada. Pero no hay quien haya ayunado como el Señor, no hay nadie todavía, ni lo encontraremos jamás.
¿Sabe dónde fue el ayuno del Señor? Fue en un desierto, donde sólo hay espinas, arena candente, calor tremendo; y nuestro Señor en ayuno, orando y clamando. Cuando llegaba la noche venía el frío del desierto, ese aire terrible hace temblar a cualquiera, y al amanecer aparecía un sol abrasador. “Y vino a Él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:3, 4). De toda Palabra que sale de la boca de Dios vivirá el hombre; porque de ella somos vivificados, y con ella nos alimentamos espiritualmente.
Amados, con esta revelación divina no hay tempestad, no hay demonio que nos detenga, porque hay un poder dentro de nosotros y esa es la Palabra del Señor.
Tomado: http://impactoevangelistico.net/


Rev. Carlos Guerra: Un famoso pintor, pintó un día un cuadro que tituló “jaque mate”. En éste se pueden ver dos jugadores de ajedrez sentados frente a frente a una mesa.
Dios todavía puede voltear los planes de Satanás, y tornarlos en su contra. Todavía están vigentes las palabras que Dios dijo a Israel por medio del profeta Ezequiel: “Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hablé; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa de rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 12:25).
Un famoso pintor cristiano, que asimismo era un apasionado del juego del ajedrez, pintó un día un cuadro que tituló jaque mate. En éste, que todavía hoy se conserva en una galería, se pueden ver dos jugadores de ajedrez sentados frente a frente a una mesa. Un creyente, sentado en la parte derecha, y el diablo sentado a la izquierda.
El rostro del diablo se ve triunfante y casi se puede oír su risa diabólica, porque parece que tiene al cristiano atrapado. De otro lado, el creyente, cuya preocupación se refleja en el rostro, tiene las dos manos agarradas con toda su fuerza en los bordes de la mesa, con los nudillos de los dedos casi blancos a causa del esfuerzo y de la tensión del crucial momento.
La galería donde se iba a exponer el cuadro le dio mucha publicidad al mismo. Así pues, cuando la galería abrió sus puertas, el público empezó a detenerse junto a aquel para observarlo con curiosidad. Todos, al leer el título de la obra y la actitud de los personajes, sacudían la cabeza pensando que el diablo había ganado la partida contra el cristiano. Los transeúntes que más o menos tenían nociones de ajedrez, pensaban que ya no existía ninguna estrategia de salida, ni tampoco ninguna maniobra posible. Algunos sentían lástima por el cristiano, y otros se indignaban porque parecía que el diablo se había salido con la suya.
No obstante, llegó a aquel lugar un ex campeón de ajedrez, quien también se puso a observar el cuadro con atención. El no se fijó mucho en el diablo ni en el creyente, sino en la partida de ajedrez que el cuadro había capturado, y asimismo le prestó atención al título: jaque mate. Tras observar la tabla de ajedrez durante unos minutos, el perito descubrió algo de importancia crucial: “¡Un momento! ¡Esto es una mentira del diablo! El cristiano no está jaque mate, por cuanto su rey todavía tiene una jugada”. Amados hermanos, nuestro Rey de gloria siempre tiene una jugada posible, un movimiento para poner jaque mate al diablo.
Amados hermanos, no importa que el diablo quiera hacerle creer que usted está “jaque mate”... ¡Nuestro Rey de reyes siempre ha tenido y tendrá la última movida! El único que está “jaque mate” es Satanás porque Cristo lo venció para siempre en la cruz del Calvario.
Absolutamente nada ni nadie podrá detener los propósitos soberanos del Señor para con su pueblo Israel y su Iglesia. Amén.


Rev. Luis M Ortiz: Esta es una gran exclamación de David, leemos: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”  Salmo 8:9.
David era un aplicado estudiante y conspicuo observador de la creación, como también un profundo adorador del Creador. Dice él: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el
hijo del hombre, para que lo visites?” (Salmo 8:3-4). En una gran exclamación de gratitud y de sincera adoración agrega: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8:9).
¡Verdaderamente nuestro Dios es grande!
ÉL ES GRANDE EN AMOR. El Evangelio según San Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Su amor es tan grande que sacrificó a su propio Hijo
para nuestra salvación.
Pablo dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Juan dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).
DIOS ES GRANDE EN BENIGNIDAD. En Éxodo 34:6 Dios se proclama a sí mismo como grande en benignidad. Él no puede ser de otro modo en su gran benignidad, Él hace que el sol salga sobre justos e injustos (Mateo 5:45).
Cuando Dios proclamó su benignidad a Moisés, nos dice la Biblia que: “Moisés, apresurándose, bajo la cabeza hacia el suelo y adoró” (Éxodo 34:8). No es para menos. Cuántos insensatos hay que blasfeman el nombre de Dios, y esto para su propia perdición.
DIOS ES GRANDE EN MISERICORDIA. Dice la Biblia: “Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión, el pecado” (Éxodo 34:7).
El Salmo 136, haciendo un recuento de la grandeza, de la misericordia, y de la bondad de Dios; termina cada versículo diciendo: “Porque para siempre es su misericordia.”
DIOS ES GRANDE EN GLORIA. El Salmo 138:5 dice: “La gloria de Jehová es grande.”
El mundo ha visto grandes manifestaciones de la gloria de Dios. Como cuando la nube de la gloria de Dios guiaba al pueblo de Israel en el desierto, y luego se asentaba sobre el tabernáculo. Cuando la llama de su gloria ardía en el lugar santísimo. Los profetas vieron algo de
la gloria de Dios. E Isaías exclamó: “Toda la tierra está llena de Su gloria” (Isaías 6:3).
Pero la más grande demostración de la gloria de Dios la hemos visto en la encarnación de su Hijo amado, por eso Juan dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Nosotros que hemos experimentado la gloria de Dios en nuestras vidas, por medio de nuestro Señor Jesucristo, es por esto que siempre decimos: ¡Gloria a Dios!
DIOS ES GRANDE EN PODER. En Job 37:23 dice: “Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder...”
Él es el creador de todas las cosas. Dice en Jeremías 32:17-18, y leemos: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti… Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre”.
No le hace todas las teorías y las especulaciones de los hombres, con relación al origen del universo y de la vida, queda siempre inconmovible la verdad de que Dios hizo todo con su gran poder, pues nada hay explicación aparte del Dios Todopoderoso.
DIOS ES GRANDE EN FIDELIDAD. En Lamentaciones 3:23 dice: “Grande es tu fidelidad.” Ciertamente Él es grande en su fidelidad. Él es fiel a Su Palabra.
Ninguna de sus palabras cae por tierra (2 Reyes 10:10). El Cielo y la Tierra pasará, pero su Pablara permanece para siempre (Mateo 24:26). Aunque nosotros seamos infieles, Él permanece fiel, no se puede negar a sí mismo (2 Timoteo 2:13).
Cuando rechazamos la grandeza de su amor, de su benignidad, de su misericordia, de su gloria, de su poder, de su fidelidad, tenemos que afrontarnos a la grandeza de su ira. Dice en Jeremías 36:7, y leemos: “Porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová”.
ÉL TAMBIÉN ES GRANDE EN SU JUSTICIA. Y dice la Biblia que no dará por inocente al malvado y al pecador (Éxodo 34:7).
Aquellos que no se refugien en la grandeza de su amor, sufrirán los rigores de la grandeza de Su justicia y de Su ira.
En Apocalipsis capítulo 16 nos habla de las siete copas llenas de la ira de Dios, que han de ser derramas sobre la tierra y sus moradores. Y vendrán plagas, las aguas se convertirán en sangre; el sol quemará a los hombres, estos se morderán las lenguas de dolor; habrá relámpagos, y truenos, y temblores de tierra, granizó; las ciudades desaparecerán, las islas se hundirán.
Y será entonces, ante esa gran manifestación de la ira de Dios sobre la tierra, que también caerá para siempre la gran ramera (Apocalipsis 17), esa iglesia pseudo-cristiana, esa religión semi pagana; que ha corrompido a las multitudes, que ha fornicado con los reyes de la tierra; que se viste de púrpura y escarlata, adornada con oro, con piedras preciosas y perlas; embriagadas con la sangre de los santos de los cristianos, de los evangélicos, de los seguidores de Jesús. En la gran manifestación de la ira de Dios, esa Iglesia corrompida y corrompedora caerá para siempre. Y cuando cae se oye en el cielo cuatro Aleluyas.
Amigo, si no quieres sufrir el eterno rigor de la ira de Dios, por tu pecado, mejor es que ahora mismo aceptes la grandeza del amor de Dios y todo lo que Él ha hecho por ti. Acepta a Jesucristo como tu gran Salvador. Amén.

Tomado: http://impactoevangelistico.net/


Rev. Alberto Ortega: “He aquí Dios está con nosotros por jefe y sus sacerdotes con los trompetas de júbilo para que suenen contra vosotros.” 2 Crónicas 13:12.
Cuando el rey Abías de Judá ordenó batalla contra Jeroboam, rey de las tribus del norte, el ejército con el que contaba era numéricamente la mitad del rey de Israel. Pero en medio de aquella situación desfavorable, Abías le recordó a su adversario sobre quién y sobre qué se apoyaba en esa batalla.
El primer apoyo sobre el cual Abías estaba firmemente establecido lo encontramos en la primera parte de su declaración: “He aquí Dios está con nosotros por jefe”. Esta fue una palabra poderosa, fue un latido de fe que activó el corazón de Abías. Jeroboam no podía decir esto por cuanto había cambiado al Dios incorruptible y eterno por los becerros de oro. Abías se lo recordó: “Tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo por dioses” (2 Crónicas 13:8).
Numerosos cristianos en la actualidad han cambiado a Dios por los becerros de oro de la prosperidad, de la abundancia, de las riquezas. Están equivocados sobre los principios de autoridad establecidos por Dios, han cambiado la declaración: “He aquí Dios está con nosotros por jefe”, por una blasfemia monstruosa: “dios está con nosotros por subordinado”. Recuerde: “Donde Dios no ejerce autoridad tampoco manifiesta su poder”.
Lo segundo que nos enseña este pasaje es que para que Dios intervenga en nuestra batalla es requisito inalterable estar bajo el ministerio establecido por él: “Y sus sacerdotes con las trompetas de júbilo”. Aunque Abías era rey, reconocía que necesitaba estar bajo la autoridad del ministerio establecido por Dios.
Jeroboam tampoco poseía esto, este atrevido destituyó a los sacerdotes de Jehová y establecido para sí a los de su gusto: “¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y os habéis designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?” (2 Crónicas 13:9).
Jeroboam destituía y constituía ministerios a su antojo, estableció sus propias reglas de ingreso para constituir ministerios según su capricho, ¡que muchos Jeroboam se están levantando! No hacía falta la experiencia del nuevo nacimiento, ni el testimonio limpio, tampoco se necesitaba el llamamiento divino, ni siquiera era necesario conocer y fundamentarse en las Sagradas Escrituras. El único requisito era tener el dinero suficiente para conseguirse un becerro y siete carneros; se compraba el ministerio con la credencial correspondiente.
Por último, Abías tenía de su lado las trompetas de júbilo. Estas trompetas eran de plata, la plata era símbolo de la Palabra de Dios. “Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre; más la boca de los rectos los librará” (Proverbios 12:6). Ante los Jeroboam contumaces y rebeldes hay que hacer tocar la trompeta de la Palabra.
Abías estaba viendo aquellas trompetas dispuestas a sonar bajo órdenes de Dios y por medio de ministros santos, estaba saboreando de antemano la victoria la cual no se hizo esperar. “Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá”, ¡Gloria a Dios!
Amado, ¿tienes delante de ti algún Jeroboam desafiante y retador? ¿Por qué no usas la trompeta de júbilo? ¿Necesitas restauración? ¡Toca las trompetas de júbilo y levántate en Cristo! ¿Está Jericó cerrada delante de ti? ¡Suena la trompeta de júbilo y verás cómo cae y se abre delante de ti! Haz sonar la trompeta de júbilo para que tu vida se llene de la nube y de la gloria de Dios. Dios te bendiga.

Tomado: http://impactoevangelistico.net/
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