Rev. Álvaro Garavito: En Proverbios 27:18 leemos: “Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra”.
Nadie puede ir a recoger fruto de una planta que no cuidó, no es solamente sembrarla, hay que cuidarla de los insectos, de las plagas, hay que echarle abono, hay que echarle tierra buena, hay que cercarla de los depredadores; el que la cuida comerá de su fruto. Asimismo, el que mira por los intereses de su Señor tendrá honra; si miramos por nuestros intereses nadie nos va a honrar. Hay que desinteresarse de las cosas terrenales, y si las tiene úselas para la gloria de Dios. Disfrute de la vida, en el marco y los parámetros de los santos, haga uso de sus derechos pero no ponga su corazón en eso, no ponga sus intereses. Muchos hombres se han ido a la tumba decepcionados porque se desesperaron, se desvelaron, ni comían, ni dormían por tener bien a su familia.
Por eso nuestros intereses deben ser el Señor y lo que respecta a Su Obra. Contemplemos y luchemos por engrandecer Su Obra, por meter el corazón, la mano, la mente, el bolsillo, todo lo que podamos. El que mira por los intereses de su Señor tendrá honra si usted se preocupa, se desvela por el Señor, Él nos va a honrar, en su Palabra Dios dice: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30).
Cuántas veces de rodillas en los altares le hemos dicho al Señor: “Señor, yo quiero hacer esto por ti, pero mire, no tengo ni un centavo, no tengo de dónde echar mano, no tengo nada”, pero al que ha honrado a Dios también el Señor les ha bendecido, nos ha dado tantas cosas porque hemos puesto los intereses del Señor por encima de nuestros propios intereses y Él se encargará de respaldar su Palabra, esa bendición nos va a alcanzar donde vayamos.
Somos administradores de lo que poseemos. “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2). “Se requiere de los administradores”, y note que no involucra la congregación sino, “que cada uno”. En la congregación donde el Señor le permite congregar, ha habido alguna vez una preocupación de decirle al pastor: “Mire, yo quiero que levantemos esta pared” pero no vaya sólo a dar órdenes, diga: “Aquí está el cheque” o “pastor eso es una chatarra, véndalo, mande una grúa, pero aquí está mi ayuda para que esto mejore”; porque hay gente que da órdenes pero en seco, hablan y critican y murmuran, pero no hay acción.
Veamos ahora en la parábola de la higuera estéril, leemos: “Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”, Lucas 13: 6-9. En la Iglesia hay creyentes que no quieren responsabilidades, no tienen compromisos con nadie ¿Qué hace entonces ahí? Es una mala hierba que no da fruto y que se está comiendo la sabia de la tierra. El dueño de la viña tipo del Dios a quien servimos, y el viñador tipo del Espíritu Santo. El dueño de la viña le dice al viñador: “Mire hace tres años yo vengo a este templo a buscar frutos en el hermano y la hermana, y no encuentro sino hojas, chismes, pleitos, celos, contiendas, envidias, robo, rapiña, deseos de adulterar, deseos de fornicar, pero no le veo frutos de ninguna clase.
El Señor está diciendo: He venido a buscar fruto y siempre lo encuentro igual, rebelde, desobediente, abusivo, murmurador, hablador, peligroso, y se le aconseja y él sigue igual. Pero el viñador, tipo del Espíritu Santo, le dice al dueño de la viña: Espérese déjele otro año, si da fruto, bien ¡Gloria a Dios porque dio fruto! Yo lo voy a abonar, le voy a quitar la maleza, a echarle una fumigada, le voy a dar otros consejos, si no da fruto Señor ¡córtala!
Amado, si no da fruto este seguro que el Señor le va endurecer su corazón y usted ya no va a sentir ningún deseo de ir a la Iglesia y se va a perder, porque Dios le ha dado una gran oportunidad. Quiera el Señor que usted tenga frutos, que le hayan salido renuevos, que le hayan salido nuevas ramas, nuevas flores, que le hayan salido nuevos frutos para engrandecer la Obra de Dios.