Enemigos que nos despojan de las bendiciones recibidas Rev. Gustavo Martínez

// //

Rev. Gustavo Martínez: “Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura...” Gn. 25:27-34.

Enemigos que nos despojan de las bendiciones recibidas
Hemos leído unos versículos donde se muestra a un hombre bendecido, a Esaú, al cual se le había concedido el privilegio de ser el hijo primogénito. Este recibiría una cantidad de beneficios, pero por cierta debilidad que tuvo en un momento de su vida lo menospreció.
I. EL CANSANCIO, UN ENEMIGO
Pablo dice “que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3). Me preocupa que la Iglesia esté realizando tanta actividad, que no le quede tiempo a veces de descansar o de buscar a Dios como se debe, y que en tanto activismo se caiga en el cansancio que muchos otros han caído.
Esaú estaba cansado, hambriento, desesperado. Esaú despreció lo que Dios le había otorgado, dándole poco valor a la bendición de Dios, y perdió en un solo momento lo que Dios le había dado.
El cansancio puede afectar su vida espiritual, porque dejará de orar, dejará de prepararse para esta batalla espiritual, dejará de preparase para dar el alimento fresco a la congregación. Aunque se muestre como un hombre de inspiración, un hombre activo, un hombre vivo; el cansancio puede llevar a muchos hombres a dormirse cuando se arrodillan en el altar. Sabemos de pastores que estando de rodillas, supuestamente en una relación profunda con Dios, y cuando han ido a verlo está profundamente dormido en el altar.
En el libro de Isaías 40:28-31, encontramos que Dios “no desfallece, ni se fatiga con cansancio… El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas… pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
II. LA ANSIEDAD, OTRO ENEMIGO
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado…” (v. 29). Esaú vino del campo cansado, pero a ese cansancio se le sumó otro enemigo, y esa es la ansiedad, que es el afán, es la desesperación.
La ansiedad es nocivo, nos limita en todo sentido, nos limita la mente, nos limita la visión, nos priva de lograr lo que realmente deseamos, nos priva de seguir adelante, nos priva el ánimo, nos paraliza.
El Señor dice en Mateo 6:25-34, leemos: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir… No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”
El afán es una demostración de desconfianza en el Señor, o de que no somos personas de fe. La ansiedad también es un estado de inquietud interior, de intranquilidad, de desasosiego, invadiendo la mente sin dejarle salida a la persona. Por eso afanarse o preocuparse en demasía es peligroso, es salirse de los límites. ¿Qué nos puede ayudar para no caer en la desesperación? la fe, la paciencia, el saber que todo tiene su tiempo, y que todo está bajo el control de Dios.
Tenemos que esperar como el labrador, que hoy siembra la semilla y tiene que esperar un periodo de tiempo para que esa semilla le dé el fruto, el resultado que anhela (2 Timoteo 2:6).
Cuando Esaú cae en la ansiedad, le dice a Jacob: “Te ruego que me des de comer”. Esa palabra “te ruego” está demostrando el desespero, el afán, la inquietud, ya no podía esperar más. Hay líderes que al día siguiente quieren tener todo construido; y tener todo lo que otros, después de treinta o cuarenta años, han logrado edificar. No se afane, todo tiene su tiempo, deje que Dios le prepare, y que vaya madurando, y que vaya adquiriendo estabilidad en todos los aspectos.
III. LA SEDUCCIÓN, UN ENEMIGO MÁS
“Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.” (v. 30). Esaú pidió de comer, lo vio atractivo, le vio de color rojo. La seducción significa fascinación, atracción de una cosa o persona.
Santiago dice: “No diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” (1:13-14). La seducción es como un imán fuerte potente que se coloca y comienza a atraer los metales; en el caso nuestro la seducción comienza a atraer lo que hay dentro, depende lo que hay en nuestro corazón. Cristo dijo: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.” (Mateo 6:21).
Esaú está seducido por el olor, por el color. Y usted y yo debemos tener mucho cuidado con este enemigo sutil y peligroso, porque podemos ser seducidos por el sexo opuesto, podemos ser atraídos al amor al dinero, podemos ser atraídos al prestigio, etc.
IV. LA FALTA DE VISIÓN, ES OTRO ENEMIGO
“Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu progenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?” (vv. 31-32). Así hay mucha gente que el cansancio, la ansiedad, y la seducción, le han quitado la visión.
Hay mucha gente que está siendo víctima de la indiferencia, no les importa vivir sin visión, sin proyección. Estos líderes son indiferentes, fríos, sin amor, sin sentimientos; no les importa si pasa un mes y la gente no se convierte, no les interesa si hay bautismo o no en la iglesia, no tienen un programa de evangelismo, solos se han limitado, no hacen campañas por no invertir. A estos no les importa la asistencia, lo que les importa es el dinero, no se están proyectando en el campo espiritual, en el campo ministerial, se están proyectando en el campo material. La falta de visión está impidiendo el crecimiento espiritual ministerial y está impendiendo el crecimiento a nivel de las congregaciones, por eso no hay desarrollo de liderazgo, porque la gente no está pensando en levantar otras congregaciones, en levantar otros líderes, sino que están pensando en ellos. Por eso hay muchos que caen en adulterios, por eso hay muchos que se roban el dinero de la Iglesia.
V. ESAÚ MENOSPRECIÓ LAS BENDICIONES DE DIOS
“Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.” (v. 34). No le importó sino comer y beber. Cuánta gente hay que solo le importa comer y beber, viven el presente.
El hecho que ahora no tenga comida, y que esté pasando por momentos difíciles no quiere decir que se va a morir, y que todo el tiempo va a tener hambre, no quiere decir que todo el tiempo va a tener frío o calor; ya vendrá momentos diferentes, eso no es tan importante, lo importante es la vida en Dios.
Obrero de Dios, valore los grandes privilegios que Dios le ha dado. Hermano, manténgase buscando cada día el fuego de Dios.

Tomado de: http://impactoevangelistico.net/
Templateify is awesome, add your tagline here
ARRIBA