Rev. Álvaro Garavito
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu.” Efesios 3:14-16.
El apóstol Pablo, escribiendo a los efesios, hace esta referencia tan maravillosa que tiene importancia hasta el día de hoy para toda la Iglesia en general.
Pablo dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3:14), para orar, para interceder, para clamar por las vidas. Es maravilloso que alguien se acerque y le diga que ha pasado noches de agonía orando por su vida, orando por su ministerio, orando para que Dios le levante y pueda convertirse en un instrumento poderoso en las manos de Dios, eso es alentador.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda la familia en los cielos y en la tierra” (Efesios 3:14, 15). Luego viene a especificar, lo que estaba determinado, el propósito “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder, en el hombre interior por su Espíritu” (Efesios 3:16). La razón por la cual este hombre de Dios doblaba sus rodillas, para clamar delante del Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo era para que cada uno de ellos fuera fortalecido en el hombre interior y esto es verdaderamente importante, necesario, imprescindible.
Estamos viviendo en una sociedad que conforme pasan los días se corrompe más, se degenera, se ensucia. Hay más problemas económicos, más violencia, crimen, mentira, prostitución, homosexualidad, lesbianismo. Hermanos no estamos viviendo en un lugar cerca del cielo, estamos viviendo muy cerca del infierno. Solamente aquí en esta tierra podemos escapar de la contaminación del mundo y de las situaciones contrarias que nos rodean. Si nuestro espíritu está fortalecido tendremos una fuerza poderosa en nuestro hombre interior y vamos a ser capaces de repeler el ataque del enemigo, de rechazar la tentación; ningún creyente frío, apático, tibio, será capaz de resistir la tentación.
Muchos líderes de concilios o de organizaciones importantes, llámense diáconos o ancianos, llámense siervos, como se llamen están cayendo por todas partes de la tierra, porque se han debilitado espiritualmente. Satanás tiene como tarea debilitar la vida espiritual del líder y del creyente. Oímos de personas que caen todos los días, he meditado que en el cielo hay un gran trabajo, miles de ángeles ocupados las veinticuatro horas del día; a los que se convierten los ángeles están escribiendo su nombre en el libro de la vida; y a otros, a aquellos que pisotean la sangre de Cristo, que pisotean la senda de la vida, que se descarrían y que se van de nuevo a servir al mundo, los ángeles están pasándole el borrador al libro de la vida.
Amados, hay una razón poderosa para el hombre de Dios, el de tener una fortaleza en su hombre interior, en su espíritu, ahí es donde radica la fuerza del cristiano. La fuerza nuestra no radica en la carne, la carne tiene que debilitarse, el apóstol Pablo dice: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10), pero cuando soy fuerte, entonces soy débil. No sabemos en qué tremenda circunstancia o agonía o determinación se encontraba Pablo, pero él clamaba al cielo, clamaba al Señor que le quitara un aguijón en su carne que lo abofeteaba, que lo golpeaba continuamente, la respuesta divina no se dejó esperar, el Señor le respondió: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
Fuente: http://impactoevangelistico.net/