La fuerza nuestra no radica en la carne, la carne tiene que debilitarse, el
La fuerza nuestra no radica en la carne, la carne tiene que
debilitarse, el apóstol Pablo dice: “Cuando soy débil, entonces soy
fuerte pero cuando soy fuerte, entonces soy débil”.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la
tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Efesios
3:14-16). Me llama la atención poderosamente que este hombre de Dios, el
apóstol Pablo, escribiendo a los efesios hace esta referencia tan
maravillosa, que tiene importancia hasta el día de hoy para toda la
Iglesia en general.
Pablo dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de
nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3:14), para orar, para interceder,
para clamar por las vidas. Es maravilloso que alguien se acerque y le
diga que ha pasado noches de agonía orando por su vida, orando por su
ministerio, orando para que Dios le levante y pueda convertirse en un
instrumento poderoso en las manos de Dios, eso es alentador.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, de quien toma nombre toda la familia en los cielos y en la
tierra” (Efesios 3:14-15). Luego viene a especificar, lo que estaba
determinado, el propósito “para que os dé, conforme a las riquezas de su
gloria, el ser fortalecidos con poder, en el hombre interior por su
Espíritu” (Efesios 3:16). La razón por la cual este hombre de Dios
doblaba sus rodillas, para clamar delante del Padre en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo era para que cada uno de ellos fuera
fortalecido en el hombre interior y esto es verdaderamente importante,
necesario, imprescindible.
Estamos viviendo en una sociedad que conforme pasan los días se
corrompe más, se degenera, se ensucia. Hay más problemas económicos, más
violencia, crimen, mentira, prostitución, homosexualidad, lesbianismo.
Hermanos no estamos viviendo en un lugar cerca del cielo, estamos
viviendo muy cerca del infierno. Solamente aquí en esta tierra podemos
escapar de la contaminación del mundo y de las situaciones contrarias
que nos rodean. Si nuestro espíritu está fortalecido tendremos una
fuerza poderosa en nuestro hombre interior y vamos a ser capaces de
repeler el ataque del enemigo, de rechazar la tentación; ningún creyente
frío, apático, tibio, será capaz de resistir la tentación.
Muchos líderes de concilios o de organizaciones importantes, llámense
diáconos o ancianos, llámense siervos, como se llamen están cayendo por
todas partes de la tierra, porque se han debilitado espiritualmente.
Satanás tiene como tarea debilitar la vida espiritual del líder y del
creyente. Oímos de personas que caen todos los días, he meditado que en
el cielo hay un gran trabajo, miles de ángeles ocupados las veinticuatro
horas del día; a los que se convierten los ángeles están escribiendo su
nombre en el libro de la vida; y a otros, a aquellos que pisotean la
sangre de Cristo, que pisotean la senda de la vida, que se descarrían y
que se van de nuevo a servir al mundo, los ángeles están pasándole el
borrador al libro de la vida.
Amados, hay una razón poderosa para el hombre de Dios, el de tener una
fortaleza en su hombre interior, en su espíritu, ahí es donde radica la
fuerza del cristiano. La fuerza nuestra no radica en la carne, la carne
tiene que debilitarse, el apóstol Pablo dice: “Cuando soy débil,
entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10), pero cuando soy fuerte,
entonces soy débil. No sabemos en qué tremenda circunstancia o agonía o
determinación se encontraba Pablo, pero él clamaba al cielo, clamaba al
Señor que le quitara un aguijón en su carne que lo abofeteaba, que lo
golpeaba continuamente, la respuesta divina no se dejó esperar, el Señor
le respondió: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad” (2 Corintios 12:9).
La debilidad es cuando el poder de la carne se debilita, cuando la
persona es golpeada a través de la prueba, del dolor, de la enfermedad,
de la situación económica, de la persecución, de la calumnia, de la
burla, la persona entonces se siente débil. Espiritualmente hablando ya
no es altivo, ya no es grosero, entonces se siente débil en la carne; y
cuando surge el poder glorioso del Espíritu, entonces se ha fortalecido
el espíritu, empieza esa persona a ser más humilde; porque cuando estaba
poderoso en la carne no le aceptaba a nadie un consejo, no permitía que
nadie le señalara un error, quería vivir independientemente de los
demás. Por eso gracias a Dios por las pruebas que atravesamos, sabiendo
que todo esto es solamente un proceso.
Lo que Dios se propuso hacer con este hombre de Dios, fue debilitar su
carne a través de un aguijón que lo abofetee, que lo humille, entonces
este hombre en su espíritu entiende que es débil. Cuando una persona se
siente débil (en su carne) empieza a aparecer en su vida características
muy atractivas como son la humildad, la amabilidad, la sencillez, y
otras virtudes más; su carne se debilitó y ya no está pensando en él,
está pensando en los demás. Cuando una persona está carnal, esta no
saluda a nadie, más bien espera que le saluden; espera que todos le den
un vaso de agua, pero él no se la da a nadie; que todos hablen bien de
él, pero él no habla bien de nadie; eso es la carne pero el poder del
Espíritu va a debilitar esa carne.
La Palabra de Dios claramente dice: “Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne escontra
el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:16-17).
Cuando la carne esta fuerte se opone al Espíritu y el espíritu dice
tengo hambre y sed de Dios, la carne nunca tendrá hambre de Dios, sabe
que tiene hambre de playas, de cines, de películas de terror, la carne
se alimenta con pornografía, se alimenta con minifaldas, con modas
indecorosas, modas sucias y corruptas, esa es la carne pero el Espíritu
le inclina a tener hambre y sed de Dios.
“El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne” (Gálatas 5:17), tienen una lucha entre sí. A la carne
le gusta las cosas de la tierra como la pereza, el sueño, el ir
solamente el domingo al templo; que lujo y el resto de la semana
descansando, viendo televisión, viendo novelas, viendo películas sucias,
porque los que hacen eso no vienen ni a la convención; es una lucha
poderosa avalada y apoyada por el diablo, la carne está asesorada por
las tinieblas. Pero el espíritu esta asesorado por el Espíritu de Dios,
por eso el apóstol Pablo clamaba que fuéramos fortalecidos en el hombre
interior por el Espíritu, cuando tenemos esa fortaleza del Espíritu de
Dios en nosotros, entonces la carne no nos puede detener.
Y el espíritu fuerte en el hombre es comparado con un vehículo
automotriz que no se ve tan moderno, pero tiene un motor poderoso que
mueve al vehículo por encima de las piedras y de los troncos, no hay
quien detenga ese carro, cualquiera no compite con él. Pero de qué nos
serviría tener un carro lujoso, muy brillante, recién pulido, y que el
motor no sirva, que en un arrancón quedó tirado, y hay que estar
empujándolo. Así es aquel que teniendo la apariencia de creyente, a la
hora de arrodillarse a orar, se queda dormido; su espíritu esta
atrofiado, está atado, necesita ser fortalecido por el Espíritu de Dios.
Nadie podrá ser un cristiano de verdad, si su espíritu está debilitado.
En Romanos 7:24, leemos: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte?”. Aquí Pablo está reconociendo que su espíritu y su
alma, viven en un estuche de muerte, un estuche de carne y hueso, que es
un cuerpo de muerte, que la Biblia dice que este cuerpo no heredará el
reino de los cielos, al cielo no entrara carne ni sangre. Por eso la
carne se rebela contra el Espíritu, esa lucha que usted siente para
orar, esa batalla que siente cuando el pastor cita una vigilia, las
miles de excusas que saca la mayoría para no ir al ayuno, ese es el día
que más hambre le da, es una batalla ¿por qué? porque la carne no está
interesada en nada de lo que es de Dios, el único que está interesado es
su espíritu y alma.
Génesis 6:5, leemos: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón
de ellos era de continuo solamente el mal”. La carne continuamente está
pensando en el mal, vivimos en un cuerpo de muerte, estamos metidos en
este cuerpo de muerte; en este pasaje bíblico de Génesis se nos dice que
el Señor vio la maldad de los hombres que era mucha sobre de la tierra.
No nos podemos imaginar que le deparará a la gente que asiste al culto
de vez en cuando, algunos llegan después de varios días para cantar un
especial; si uno que vive ahí metido orando, ayunando, reprendiendo y
perseverando, se nos hace difícil para entrar al cielo, como será de
aquellos que andan a medias tintas a qué cielo llegarán. “Si el justo
con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” (1
Pedro 4:18).
El Mateo 26:41 el Señor dijo: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil”. Si yo sé que mi carne es débil (en este sentido no quiere las
cosas de Dios), tengo que fortalecer mi espíritu. Si mi espíritu está
fuerte es porque está siendo alimentado con la Biblia, con la oración,
con la búsqueda del rostro del Señor, con la consagración, con la
comunión unos con otros; si el espíritu esta fuerte en esa capacidad
podrá rechazar cualquier tentación. Pablo dijo: “Por esta causa doblo
mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo… para que os dé,
conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en
el hombre interior por su Espíritu” (Efesios 3:14-16). No podemos estar
débiles en el espíritu en este tiempo, hoy en día hay tentaciones
sexuales, hay muchos creyentes enredándose con instrumentos del demonio
del mismo sexo, el diablo le lanza muchos dardos, por eso agárrese de la
Palabra del Señor, agárrese del poder de Dios y reprenda al diablo en
el nombre de Jesucristo.
Hay gente que dice: ¡Hay que duros son estos del Movimiento Misionero
Mundial! Aquí tenemos que estar parados en la Roca, no en la arena, en
la arena no te pares, párate en la Roca inconmovible de los siglos; ya
sabe hermano si nos ponemos blanditos nos vamos al infierno. El Señor le
dice a sus discípulos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”
(Mateo 26:41a), note esta Palabra tan sabia, tan profunda, tan
poderosa. Lo que el Señor está diciendo es que se guarde para no caer en
tentación; no querrá caer como un aguacate maduro, sabe usted que
cuando se desprende un aguacate de un árbol, cae al piso la pepa y la
semilla vuela lejos y ya el aguacate queda inservible porque quien lo
recoge hecho guacamole en el suelo, queda de una vez licuado; y así caen
muchos de la gracia, se desprenden del árbol y se desparraman ¿No
quiere caer? entonces hay que velad y orad, para no entrar en tentación.
“El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”
(Mateo 26:41b), porque es seguro que su espíritu no le va a decir que no
lea las Escrituras, su espíritu nunca le va a decir no vayas al culto,
el espíritu nunca le va a decir que no ore, el espíritu nunca le va a
poner pereza, lo contrario el espíritu salta de gozo por hacer lo que le
conviene a su vida y al Señor. La Palabra dice: “El que cree en mí,
como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan
7:38). Allí salta el espíritu dentro de nosotros, anhelando recibir de
Dios, echando mano de lo eterno; pero la carne es débil, a la carne no
le importa todo esto.
La Palabra dice claramente en Efesios 6:10, leemos: “Por lo demás,
hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. No
en el poder de nuestra fuerza, sino en el poder de Dios, además dice:
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes,
contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores
de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en
las regiones celestes” (Efesios 6:11-12); por eso esto no es un juego a
la religión, Dios está formando un batallón, porque aquí tenemos que
tener la espada empuñada, tenemos que batallar, tenemos que tener el
espíritu fuerte.
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir
en el día malo, y habiendo acabado todo, estad firmes. Estad, pues,
firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza
de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los
dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo
con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:13-18).
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:3-5). Usted no
está en esta batalla solo ni está desarmado, las armas de esta milicia
no son carnales sino poderosas en Dios ¿Tienes armas espirituales para
pelear esta batalla? Si no las tiene “fortaleceos en el Señor, y en el
poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
Tomado de: http://impactoevangelistico.net/