Rev. Luis M. Ortiz
El propósito de la música en la Iglesia es para adoración y alabanza a Dios, para acción de gracias, oración, colaboración del Evangelio; y estos propósitos tan elevados no pueden ser realizados para levantar las pasiones carnales.
El propósito de la música en la Iglesia es para adoración y alabanza a Dios, para acción de gracias, oración, colaboración del Evangelio; y estos propósitos tan elevados no pueden ser realizados para levantar las pasiones carnales.
Dios es autor de la música. La música es de Dios, es la única de las
bellas artes que la Biblia menciona en relación con el Cielo.
Dios el Padre canta. El profeta Isaías cantó en lugar de Dios el
cántico de Dios para Israel; y dice: “Ahora cantaré por mi amado el
cantar de mi amado a su viña…” (Isaías 5:1-7). Dios “se regocijará… con
cánticos” (Sofonías 3:17).
Dios el Hijo canta. Era costumbre en las sinagogas leer las Escrituras
cantadas, y con toda probabilidad cuando Jesús leía las Escrituras en
las sinagogas, las leía cantadas. Además, cuando Jesús instituyó la
Santa Cena cantó, leemos: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron
al monte de los Olivos.” (Mateo 26:30). Se cree que en esta ocasión
Jesús cantó el Salmo 86.
Dios el Espíritu Santo canta. “Sed llenos del Espíritu, hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5:18, 19). De modo
que el Espíritu Santo canta en nosotros y por nosotros.
Los ángeles en el Cielo cantan. Dice la Escritura: “Cantad loores, oh
cielos… Cantad alabanzas, oh cielos… Los cielos y la tierra y todo lo
que está en ellos cantarán de gozo…”(Isaías 44:23 y 49:13; Jeremías
51:48).
La creación misma canta. “Prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y
todo árbol que en él está…” (Isaías 44:23). “Cuando alababan todas las
estrellas del alba…” (Job 38:7). “Los montes y los collados levantarán
canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán
palmadas de aplauso.” (Isaías 55:12).
Los redimidos cantan en el Cielo. “Y cantaban un nuevo cántico”
(Apocalipsis 5:9). “Y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus
arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono…” (Apocalipsis
14:2, 3).
En el Cielo hay instrumentos musicales. En el libro de los Salmos y el
de Apocalipsis se nos dice que en el Cielo hay instrumentos de:
cuerdas, de viento, de percusión; tales como: trompetas, bocinas,
salterios, arpas, panderos, flautas, címbalos, vihuelas, tamboriles.
LA MÚSICA EN LA BIBLIA
Además de muchos cánticos que hay en la Biblia, todo el libro de los
Salmos son cánticos de alabanza, de acción de gracias y de adoración a
Dios. Nótese la letra espiritual y revente de los salmos, himnos y
cánticos de la Biblia. Algunos salmos en su letra rebosan de regocijo,
pero siempre son espirituales, reverentes y de adoración a Dios. Éxodo
15:1-18; 1 Samuel 18:6, 7; 1 Crónicas 13:8; 2 Crónicas 29:27; Nehemías
12:46; Salmo 32:7.
LA MÚSICA EN LA IGLESIA
Cuando David cantó el cántico de liberación por haberle Dios librado
de la mano de Saúl y de todos sus enemigos, en su cántico profetizó que
los gentiles, o sea, la Iglesia también cantaría (2 Samuel 22).
Desde el principio la Iglesia cantó, Jesús y los apóstoles cantaron
(Mateo 26:30). Estando presos, “Pablo y Silas cantaban himnos a Dios”
(Hechos 16:25), había tanta vida espiritual y tanto poder de Dios en
aquellos cánticos de Pablo y Silas, que el carcelero y su familia
fueron salvos y bautizados (Hechos 16:30-34).
La Iglesia cantó y debe cantar hoy “con el espíritu…” y “con el
entendimiento” (1 Corintios 14:15), y entonces los himnos y cánticos
serán espirituales (Efesios 5:19).
Nuestros himnos y cánticos en su música, en su letra y en su ritmo
deben estar apoyados en la Palabra de Dios. Cuando la Palabra de Dios
nos inspira y nos motiva, entonces “cantamos con gracia en vuestros
corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Salmo
138:5; Colosenses 3:16).
SATANÁS ADULTERA Y CORROMPE LA MÚSICA
En la Biblia los querubines son los seres angélicos más inmediatos al
trono y a la presencia de Dios. Ezequiel vio los querubines en medio de
la gloria de Dios, y oyó el sonido de las alabanzas y de la adoración a
Dios por parte de los querubines (Ezequiel 1 y 10).
También Juan el apóstol vio los querubines alrededor del trono de Dios y
“no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso...” (Apocalipsis 4:8-11).
Lucifer era el que dirigía a todos los querubines en la adoración y en
la alabanza a Dios, acompañada esa adoración con la música y los
instrumentos musicales que Dios preparó. “Los primores de tus tamboriles
y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.”
(Ezequiel 28:12, 13).
Lucifer motivado por la evidente posición y por la elevada encomienda
que se le asignó, se halló maldad en él, se enorgulleció y dijo: “Subiré
al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi
trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; y
sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.”
(Isaías 14:13, 14).
Se sublevó y encabezó una sedición pretendiendo ser semejante al
Altísimo por lo cual Dios lo derribó, lo echó del monte de Dios, lo
arrojó por tierra, y lo humilló hasta las cenizas (Ezequiel 28:14-19).
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste”
(Isaías 14:12). “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor… profanaste tu
santuario… espanto serás…” (Ezequiel 28:17-19).
Aquel Lucifer esplendoroso de ayer, es el Satanás tenebroso de hoy;
aquel que era el más elevado de los querubines ayer, es el vástago
abominable de hoy (Isaías 14:19). Aquel que era querubín grande en el
santo monte de Dios ayer, hoy descendió al Seol su soberbia y el sonido
de sus arpas (Isaías 14:11).
Corrompió su sabiduría y corrompió su música; con él también cayó su
música y esta se tornó infernal y diabólica, por lo cual lo botaron del
Cielo con todo y arpas, y tamboriles y flautas para que se fuera con su
música para otra parte.
El primer inventor de instrumentos musicales, y maestro de música, fue
Jubal (Génesis 4:21). Este era descendiente directo de Caín, el primer
criminal que mató a su propio hermano Abel.
En los albores de la historia del pueblo de Israel, junto al monte
Sinaí, Satanás incursionó con su música corrompida, idolátrica y
diabólica. Estando Moisés en la cumbre del monte Sinaí recibiendo de
manos de Dios las tablas de la ley, el pueblo se impacientó, y pidió a
Aarón que le hiciera dioses que estuvieran con ellos. El débil Aarón les
fabricó un becerro de oro, imitando al becerro dorado, que era un ídolo
de Egipto, cuyo culto estaba acompañado con obscenidades degradantes
(Éxodo 32:4-6). Cuando Moisés descendía del monte comprendió que el
pueblo se había corrompido por la música que escuchaba (Éxodo 32:17,
18). Y en ese día murieron tres mil hombres (Éxodo 32:28).
Otro caso de música diabólica fue en ocasión cuando se fue a dedicar
la estatua de oro que levantó Nabucodonosor, este convocó a todos los
grandes del imperio, a todo el pueblo, y a todos los músicos para este
festival musical diabólico. Se ordenó que al oír el son o el ritmo de la
bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña, y de todo instrumento de música, que todos se postraran y
adoraran la estatua. Nótese que el diablo usó su música y sus ritmos
para provocar a la multitud a la idolatría, todo el pueblo se dejó
influenciar por la música satánica y se postró ante la estatua, menos
los tres jóvenes hebreos (Daniel 3).
HOY SUCEDE IGUAL
Hoy Satanás ha corrompido su música para sus propios fines; hoy, hay
música de Dios para adorar a Dios, y hay música del diablo para adorar
al diablo. No solamente la Biblia enseña que existe gran diferencia
entre la música de Dios y la música del diablo, sino que aun las
plantas, y los animales se dan cuenta de la diferencia, y reaccionan de
modos distintos de una a otra música.
“Cuando a las vacas lecheras se les pone a escuchar música estridente,
como rock y otros ritmos similares, se tornan irritadas y dan menos
leche. Cuando escuchan música cristiana o música suave dan más cantidad
de leche. Tres horas al día de música estridente marchitó una pequeña
planta de calabaza.”
“En Denver, Colorado, se hizo el siguiente experimento: unas plantas
de petunia fueron expuestas a la música de la radio emisora la cual
solo ofrece música estridente (rock y otros ritmos similares); otras
plantas de petunia fueron expuestas a la música de la radio emisora que
ofrece música religiosa, himnos evangélicos y música semiclásica. Las
petunias expuestas a la música del diablo nunca florecieron y se
inclinaron en dirección opuesta a la que venía la música del radio
receptor, y murieron. Las petunias expuestas a la música cristiana
desarrollaron unas hermosas flores y se inclinaron hacia la radio.”
La música satánica invariablemente su letra es de sexo, de drogas, de
rebelión, de idolatría, de religión falsa, de ocultismo, de demonios.
Esta música enloquece y conduce a cometer actos de violencia y de
inmoralidad. Una famosa cantante de salsa, que era bien conocida como la
reina de la salsa, dijo a los periodistas: “La gente se enloquece y
derriba puertas, hay reyertas y heridos, sobredosis de drogas, y cargas
policiales”. En distintas ciudades, ante estos actos de música
diabólica, las multitudes se han tornado como poseídos del diablo y ha
habido centenares de muertos.
Una conocida agrupación canta una canción intitulada: “Bailando con el
diablo”; otros cantan las letras y palabras de atrás para adelante y
cuando se lee a la inversa dice: “Mi dulce Satanás”, otra canción dice:
“Satanás es dios, él es rey, él es dios”. Uno de los miembros de la
agrupación Bee Gees, en un conocido programa de televisión dijo:
“Nuestra música es bendecida por Satanás”. En un concierto en la ciudad
de Phoenix, Arizona, un cantante dijo: “Yo he oído de algunos tontos
quienes creen que existe Jesucristo y que los va a llevar al cielo; yo
no creo en Cristo, yo creo en el diablo; yo no quiero ir al cielo, yo
quiero ir al infierno”. La agrupación Kiss, quiere decir “knight in
Satan service”, o sea “reyes al servicio de Satanás”.
Satanás ha introducido en muchas congregaciones y concilios la música
mundana, popular, campesina, de tierra adentro, de salsa, danza,
danzones, merengues, rancheras, sambas, jazz, rock, y toda esa clase de
música y ritmos similares son usados para cantar a las pasiones, al
erotismo, al pecado, al adulterio, a la fornicación, al sexualismo, a la
infidelidad conyugal, al vicio, al alcoholismo, a las drogas, al
paganismo, al ocultismo, al demonismo.
Dios es santo de toda santidad, puro de toda pureza, perfecto de toda
perfección, y por lo mismo, usar tal música sensual y tales ritmos
carnales e irreverentes para himnos religiosos y evangélicos es un
insulto a Dios y una degradación humana. Los himnos que han perdurado
por años, por lustros, por décadas, por generaciones, por siglos, son
himnos que surgieron en medio de un tiempo de meditación, de comunión,
de adoración a Dios. Ese es el caso de “Castillo Fuerte es nuestro
Dios”, de Martín Lutero; “En el Monte Calvario”, de George Bennard.
Debemos cantar los himnos que realmente nos inspiren y nos eleven a
Dios. Y estos propósitos tan elevados no pueden ser realizados con
música cuyo propósito es levantar las pasiones carnales. El propósito de
la música en la Iglesia es para adoración y alabanza a nuestro Dios.
Tomado de: http://impactoevangelistico.net